Sacerdotes para siempre |
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P. Jesús y P. Marcos, dos nuevos sacerdotes en la Provincia Ntra. Sra. de Guadalupe.
El
pasado 24 de octubre, festividad de San Luis Guanella, tuvo lugar la
ordenación sacerdotal de los diáconos Jesús y Marcos en la Catedral de
Pueblo, en México. Mons. Víctor, Arzobispo de Puebla fue quien presidió
la ceremonia y quien, mediante la imposición de manos y la oración
consecratoria, ordenó presbíteros para siempre a estos dos Guanelianos
mexicanos.
Jesús
y Marcos estuvieron acompañados por los religiosos Guanelianos
presentes en México, por sacerdotes de las diócesis de Puebla y México
DF donde la Obra don Guanella está presente, por sus familiares y amigos
que llegaron en gran números de los pueblos natales de los neo
sacerdotes, de Amozoc, donde se formaron y actualmente se encuentra el
Seminario guaneliano y de la parroquia Corpus Christi donde realizaron
parte de sus estudios en el antiguo Seminario Sagrado Corazón.
Monseñor
Víctor en su breve homilía explicó el significado del sacramento que a
continuación se llevaría a cabo. Empezó recordando los tres grados del
orden sacerdotal: el obispo, sucesor de los apóstoles, el presbítero,
colaborador del obispo y el diácono, al servicio de la caridad y la
pastoral.
Con el orden del presbiterado, prosiguió monseñor, Marcos y Jesús "son
capacitados para hacer las veces de Cristo Maestro, Sacerdote y Pastor.
Por lo tanto se convierten en sacerdotes para anunciar el evangelio,
para apacentar el pueblo de Dios, para celebrar el culto divino y
específicamente el sacrificio del Señor".
Seguidamente invitó a los diáconos a presentarse ante él y les recordó la misión de “realizar
en la parte que les corresponde la función de enseñar en el nombre de
Cristo, el maestro: transmitan a todos la palabra de Dios que han
recibido con alegría y al meditar en la ley del Señor, procuren creer lo que leen, enseñar lo que creen y practicar lo que enseñan.
Que su enseñanza sea alimento para el pueblo de Dios, que su vida sea
un estímulo para los discípulos de Cristo a fin de que con su palabra y
ejemplo se vaya edificando la casa santa de esta Iglesia de Dios.”
Les recordó también que “habían sido escogidos de entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas de Dios”. Y concluyó diciéndoles que tuviesen “presente el ejemplo de Cristo, Buen Pastor, que no vino a ser servido, sino a servir y a salvar lo que estaba perdido”.
A continuación Jesús y Marcos manifestaron ante
los sacerdotes allí presentes, ante sus familiares y amigos y ante el
pueblo allí presente su deseo de recibir el ministerio presbiteral.
Tras prometer obediencia a su Obispo diocesano y a su Superior legítimo y desearles que
“Dios mismo lleve a termino esta obra buena”
que en ellos había comenzado, todos los presentes, de rodillas,
pidieron a Dios Todopoderoso para que derramase sus dones generosamente
sobre los elegidos para el ministerio de los presbíteros y entonando las
letanías, se invocó la intercesión de los santos de la Iglesia.
Siguió
la imposición de manos, en silencio, por parte del obispo; todos lo
presbíteros presentes hicieron lo mismo. Mediante este gesto se confiere
un don del Espíritu Santo que permite ejercer un "poder sagrado" que
sólo puede venir de Cristo, a través de su Iglesia.
A
partir de este momento P. Jesús y P. Marcos, ya sacerdotes,
prosiguieron la celebración revestidos con la estola y la casulla como
manifestación visible del ministerio que a partir de ese momento van a
ejercer. P. Gianpiero y P. Alfonso Martínez fueron los encargados de
ayudar a P. Jesús y P. Marcos, respectivamente, a revestirse con dichos
ornamentos.
Igual
que Jesús fue ungido por su Padre con la fuerza del Espíritu Santo, P.
Jesús y P. Marcos fueron ungidos para que Dios les auxilie para
santificar al pueblo cristiano y para ofrecer el sacrificio a Dios
nuestro Padre.
Seguidamente Monseñor Víctor les entregó en sus manos el pan y el vino,
"ofrecidos por el pueblo santo para que la presenten a Dios e imiten y sigan a Cristo crucificado”.
Con
el abrazo de paz por parte del obispo y de los presbíteros allí
presentes concluyó el rito de la ordenación sacerdotal. Desde ese
momento, P. Jesús y P. Marcos se acercaron al altar y acompañaron a
Monseñor Víctor en la celebración eucarística.
Terminada
la celebración y tras la bendición final, se escuchó un caluroso
aplauso de la gente que abarrotaba la catedral, para mostrar de esa
manera el cariño hacia los nuevos sacerdotes.
Monseñor
Víctor, antes de besar las manos ungidas por el oleo sagrado, quiso
recibir la bendición de los nuevos sacerdotes, que acogió poniéndose de
rodillas ante ambos.
La fiesta continuó con una comida fraterna en el Seminario
Nuestra Señora de Guadalupe, en Amozoc, hasta donde se trasladaron todos
los que habían participado en la ordenación sacerdotal.
Por
ser la fiesta de San Luis Guanella, y como todos los años, se celebró
la eucaristía para toda la gente del pueblo que se acercó para compartir
esta fiesta con los nuevos sacerdotes que, ya como tales, acompañaron a
P. Enrico, Superior provincial, quien presidió la misa, junto con el
resto de sacerdotes.
En el aire, por el deseo de todos, quedó
extendido un infinito gracias a Dios por los dos nuevos sacerdotes. Que
el Señor, como se dijo en el rito de la ordenación, “lleve a término esta obra buena”.