Ana Cristina Villa, una fraterna al servicio de la Santa Sede
Ana Cristina Villa, una fraterna al servicio de la Santa Sede
Ana Cristina Villa, una fraterna al servicio de la Santa Sede
Para Ana Cristina, el trabajo que desempeña enla Santa Sede le permite “ejercitar mi maternidad docente con todas las personas que son líderes de muchos otras iniciativas en la Iglesia”.
Desde mayo de 2009 ella se encarga de la Oficina de la Mujer del Pontificio Consejo para los Laicos en el Vaticano.
Su vocación
Ana Cristina nació en Medellín – Colombia en 1971. Ingresó a la Fraternidad en 1993 y en 1998 realizó sus compromisos de Plena Disponibilidad Apostólica a Perpetuidad. Es Bachiller en teología de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma y actualmente cursa una licenciatura en patrística en la misma institución. Entre los años 2004 y 2009 Ana Cristina sirvió como superiora en la comunidad “Our Lady of Reconciliation” en Manchester, Inglaterra, hasta que regresó a Roma para trabajar en este dicasterio vaticano.
Su trabajo consiste en seguir de cerca las reflexiones de la Iglesia y la sociedad sobre el papel y la dignidad de la mujer. Por eso, tiene el deber de estar atenta a aquello que se dice sobre la mujer, tanto en la Iglesia como en la sociedad en general.
Al servicio de la Iglesia
La Oficina para la Mujer surgió en 1975, cuando la Organización de las Naciones Unidas lo declaró como el Año Internacional de la Mujer. Por ello, el papa Pablo VI vio la necesidad de constituir una comisión de estudios sobre la mujer. Así se definió una sección fija dentro del Pontificio Consejo para los Laicos encargada de realizar este trabajo.
Dentro de los actuales proyectos de esta oficina está la relectura de la Carta a las mujeres que escribió el beato Juan Pablo II luego de IV Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en 1995, así como releer lo ocurrido en el mundo en los últimos 16 años para hacer un análisis sobre la situación de la mujer en la actualidad y cuáles son las problemáticas que continúan. “También hay todo un trabajo de contactos con grupos de mujeres, asociaciones y organizaciones que siguen estos temas. La idea es servir como vínculos de organización con la Santa Sede”, dice Ana Cristina.
Por ello recientemente esta oficina publicó en su página web el estudio denominado “Salvaguardar al ser humano, creado varón y mujer”, con el fin de releer la Carta a las Mujeres publicada por el beato Juan Pablo II en 1995 y comentarla a la luz de los desafíos del tiempo presente.
En su oficina, esta fraterna se dedica a trabajar diferentes proyectos como encuentros, charlas, reflexiones, que ella da o que otras de las personas del dicasterio dan, y les piden su colaboración. “Pronto vamos a organizar un congreso de laicos en África y tengo que ayudar a ver cómo se enfrenta ese tema allí”, dijo.
También suele interactuar con varios dicasterios, especialmente con el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz donde la sub secretaria es una mujer: la italiana Flaminia Giovanelli. Igualmente trabaja muy de cerca con el Consejo Pontificio para la Familia que el año 2012 realizará el Encuentro mundial de las familias en la ciudad de Milán, en Italia.
Por medio del contacto con los obispos a través de las visitas Ad Limina que realizan ala Santa Sede ,
Ana Cristina conoce de primera mano la realidad pastoral de las
diferentes diócesis del mundo. “El hecho que haya una mujer sentada con
ellos les llama la atención, algunos se interesan más y hay una ocasión
de contacto bonito con las iglesias particulares”, dice.
La riqueza de un carisma
Según señalan las Constituciones de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, sus integrantes tienen una “firme conciencia de pertenecer a la Iglesia” así como una “adhesión amorosa al Santo Padre”, lo que para Ana Cristina representa “la riqueza de nuestro carisma y espiritualidad al servicio de la Iglesia Universal. Es bonito encontrar de qué manera la vocación específica se va desarrollando”, agrega.
Y dice que otros aportes que le da el carisma de la Fraternidad son “el amor al estudio, a la investigación, el espíritu crítico y el afán por buscar la verdad” y asegura que su labor se centra en “un apostolado a los apóstoles”.
También agrega que sus estudios en patrística le ayudan a ver “cómo estos hombres de fe – refiriéndose a los padres de la Iglesia - tenían la claridad de explicar a un mundo pagano por qué vale la pena creer”, y dice que admira “la síntesis entre fe y razón, entre fe y cultura que lograron hacer”.
“Ellos cristianizaron un mundo no cristiano, por eso creo que son unos excelentes representantes de la evangelización de la cultura”, agrega.
“Para la misión que alguien cumple en el Vaticano,los Padres de la Iglesia son modelos de hombres que sabían dialogar con los desafíos de su tiempo y también denunciarlo, tomar lo mejor de la cultura que los rodeaba pero a la vez mantener muy fuertemente su propia identidad como cristianos. Es lo que me apasiona de ellos”, dice.
Ana Cristina asegura que, como fraterna, su misión dentro del Vaticano le hace verse “superada y a la vez bendecida por tener el don de servir a personas que a la vez son responsables de otros y que puedo darles una luz, compañía, apoyo”.
“Me encanta acompañar y alentar a todos los que vienen a esta oficina a pedir ayuda o un consejo”, dice. “Ellos vienen en búsqueda de orientación y apoyo y, en todo el trabajo que realizo, esos son los momentos para mí más bonitos”, concluye Ana Cristina.
Para Ana Cristina, el trabajo que desempeña en
Desde mayo de 2009 ella se encarga de la Oficina de la Mujer del Pontificio Consejo para los Laicos en el Vaticano.
Su vocación
Ana Cristina nació en Medellín – Colombia en 1971. Ingresó a la Fraternidad en 1993 y en 1998 realizó sus compromisos de Plena Disponibilidad Apostólica a Perpetuidad. Es Bachiller en teología de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma y actualmente cursa una licenciatura en patrística en la misma institución. Entre los años 2004 y 2009 Ana Cristina sirvió como superiora en la comunidad “Our Lady of Reconciliation” en Manchester, Inglaterra, hasta que regresó a Roma para trabajar en este dicasterio vaticano.
Su trabajo consiste en seguir de cerca las reflexiones de la Iglesia y la sociedad sobre el papel y la dignidad de la mujer. Por eso, tiene el deber de estar atenta a aquello que se dice sobre la mujer, tanto en la Iglesia como en la sociedad en general.
Al servicio de la Iglesia
La Oficina para la Mujer surgió en 1975, cuando la Organización de las Naciones Unidas lo declaró como el Año Internacional de la Mujer. Por ello, el papa Pablo VI vio la necesidad de constituir una comisión de estudios sobre la mujer. Así se definió una sección fija dentro del Pontificio Consejo para los Laicos encargada de realizar este trabajo.
Dentro de los actuales proyectos de esta oficina está la relectura de la Carta a las mujeres que escribió el beato Juan Pablo II luego de IV Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en 1995, así como releer lo ocurrido en el mundo en los últimos 16 años para hacer un análisis sobre la situación de la mujer en la actualidad y cuáles son las problemáticas que continúan. “También hay todo un trabajo de contactos con grupos de mujeres, asociaciones y organizaciones que siguen estos temas. La idea es servir como vínculos de organización con la Santa Sede”, dice Ana Cristina.
Por ello recientemente esta oficina publicó en su página web el estudio denominado “Salvaguardar al ser humano, creado varón y mujer”, con el fin de releer la Carta a las Mujeres publicada por el beato Juan Pablo II en 1995 y comentarla a la luz de los desafíos del tiempo presente.
En su oficina, esta fraterna se dedica a trabajar diferentes proyectos como encuentros, charlas, reflexiones, que ella da o que otras de las personas del dicasterio dan, y les piden su colaboración. “Pronto vamos a organizar un congreso de laicos en África y tengo que ayudar a ver cómo se enfrenta ese tema allí”, dijo.
También suele interactuar con varios dicasterios, especialmente con el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz donde la sub secretaria es una mujer: la italiana Flaminia Giovanelli. Igualmente trabaja muy de cerca con el Consejo Pontificio para la Familia que el año 2012 realizará el Encuentro mundial de las familias en la ciudad de Milán, en Italia.
Por medio del contacto con los obispos a través de las visitas Ad Limina que realizan a
La riqueza de un carisma
Según señalan las Constituciones de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, sus integrantes tienen una “firme conciencia de pertenecer a la Iglesia” así como una “adhesión amorosa al Santo Padre”, lo que para Ana Cristina representa “la riqueza de nuestro carisma y espiritualidad al servicio de la Iglesia Universal. Es bonito encontrar de qué manera la vocación específica se va desarrollando”, agrega.
Y dice que otros aportes que le da el carisma de la Fraternidad son “el amor al estudio, a la investigación, el espíritu crítico y el afán por buscar la verdad” y asegura que su labor se centra en “un apostolado a los apóstoles”.
También agrega que sus estudios en patrística le ayudan a ver “cómo estos hombres de fe – refiriéndose a los padres de la Iglesia - tenían la claridad de explicar a un mundo pagano por qué vale la pena creer”, y dice que admira “la síntesis entre fe y razón, entre fe y cultura que lograron hacer”.
“Ellos cristianizaron un mundo no cristiano, por eso creo que son unos excelentes representantes de la evangelización de la cultura”, agrega.
“Para la misión que alguien cumple en el Vaticano,los Padres de la Iglesia son modelos de hombres que sabían dialogar con los desafíos de su tiempo y también denunciarlo, tomar lo mejor de la cultura que los rodeaba pero a la vez mantener muy fuertemente su propia identidad como cristianos. Es lo que me apasiona de ellos”, dice.
Ana Cristina asegura que, como fraterna, su misión dentro del Vaticano le hace verse “superada y a la vez bendecida por tener el don de servir a personas que a la vez son responsables de otros y que puedo darles una luz, compañía, apoyo”.
“Me encanta acompañar y alentar a todos los que vienen a esta oficina a pedir ayuda o un consejo”, dice. “Ellos vienen en búsqueda de orientación y apoyo y, en todo el trabajo que realizo, esos son los momentos para mí más bonitos”, concluye Ana Cristina.
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